
Si tuviera que calificar a esta cinta sin duda le pondría tres adjetivos: equilibrada, cercana y elegante. Estamos principalmente ante una película equilibrada porque trata sobre varios
aspectos de la vida, pero sin excederse demasiado en ninguno de ellos, todos están en
su justa medida. Tiene sus momentos dramáticos, pero también dosis de comicidad.
Parece que nos cuenta una problemática central, pero luego nos sorprende con subtramas de vital importancia.
Además la cinta desprende elegancia, estilo, en su forma de presentarte las diferentes problemáticas; conflictos que para el espectador resultarán muy cotidianos, provocando que quién más o quién menos se sienta identificado con algunos de ellos. Debo reconocer que desconocía por completo al director, y
preparando este post he descubierto que David Dobkin había realizado numerosos
anuncios de televisión para famosas firmas comerciales. Seguramente esto explica
su capacidad para conectar con el espectador en este filme. Su capacidad de comunicar visualmente es magnífica, y me referiré a ello más adelante con algunos ejemplos.
Durante el comienzo se nos presenta al personaje de Hank Palmer (Downey Jr) como un talentoso y agresivo abogado, sin remordimientos por defender a poderosos corruptos a cambio de grandes sumas de dinero, y que vive rodeado de lujos pero cuyo matrimonio se va a la deriva. Uno de los puntos fuertes de la película será la evolución del personaje. El aviso del fallecimiento de su madre le hará regresar a su pueblo natal, y le servirá al cineasta como punto de partida para lucir la capacidad actoral de Downey.
Las diferentes subtramas resultan muy cercanas para el espectador. El simple hecho del regreso de Hank Palmer (Downey Jr) a su pueblo natal le evoca múltiples recuerdos y se producen algunos reencuentros como por ejemplo el de su antigua novia de instituto, encarnada por Vera Farmiga, y le da la posibilidad de recuperar viejas costumbres.
El otro pilar en el que se basa la cinta es la gran actuación de Duwall como juez de un pequeño pueblo con toda una vida dedicada a la labor de impartir justicia, pero que en el aspecto familiar acarrea una serie de deficiencias que la película va desvelando poco a poco. Duwall interpreta magníficamente el papel de un padre recto, demasiado estricto, que le cuesta mostrar sus sentimientos. Un padre que se acaba de quedar viudo, pero aún así sigue siendo autoritario con sus tres hijos, interpretados por otros dos buenos actores como Vincent D'Onofrio en el papel del hermano mayor, Glenn, y Jeremy Strong como Dale en el rol del pequeño de la familia.
Un padre que se comporta despóticamente con su hijo Hank. Es tal su frialdad para con él que lo recibe con un simple apretón de manos a su llegada para el entierro de la madre. De igual manera prefiere contratar antes a otro abogado, que a su hijo, para que le defienda en su causa judicial; su orgullo es tan grande que le impide pedírselo. Y cuando decide rectificar, la tirantez entre ambos ha llegado a tal punto que necesitan formalizar la relación contractual en un improvisado papel.
Por cierto buena interpretación también la de Jeremy Strong como Dale, el menor de los Palmer, en ese papel de autista obsesionado con filmarlo todo con su cámara de 8 mm.
Dobkin utiliza genialmente el recurso de las grabaciones de Dale para ir desgranando la trama. Le sirve para ponernos nostálgicos con las imágenes de la madre jugando con los hijos, pero también lo usa para revelarnos el auténtico trauma familiar durante el día del tornado, una tormenta climática que desemboca en una tormenta familiar. Gran escena.
Incluso la noticia de la gravedad del estado de salud del juez Palmer, algo que por desgracia también nos resulta muy cercano, es revelado usando la misma técnica con mucha inteligencia y sutileza por parte del director en esta genial escena:
El cineasta demuestra una gran capacidad no sólo para contarnos la historia, sino para remarcar visualmente las escenas principales. Este magnífico corte es un buen ejemplo, donde mediante una estupenda metáfora nos muestra la distancia que separa padre a hijo:
De modo similar, Dobkin, nos obsequia al final con una de las mejoras escenas de la película, donde también visualmente se evidencia cómo las posturas entre padre e hijo se han ido acercando, allá hasta donde es posible. Me refiero a la emotiva escena del fallecimiento del Juez Palmer mientras está en un bote pescando con su hijo. Justo antes de su muerte le da a Hank el reconocimiento profesional que toda su vida le negó, eso sí, sin olvidar que su hermano Glenn vio truncada su carrera como jugador de béisbol. Impecable la capacidad gestual de Downey:
El punto débil que personalmente le veo a la trama es la conexión que se establece en el momento final del juicio entre la víctima y Hank, quizás algo forzada. Pero en resumen una película poco reconocida, con grandes actores, buen ritmo y, también hay que decirlo, con estupenda fotografía a cargo del polaco Kaminski, habitual colaborador de Spielberg.
El mérito del director está en haber elaborado una cinta que con apariencia de trama judicial nos atrapa al rodearnos de aspectos cotidianos como las rupturas matrimoniales, la gestión de los hijos comunes, la aparición de graves enfermedades, el regreso a nuestra infancia y adolescencia, etc.. pero que en realidad nos destapa el gravísimo trauma familiar que por culpa de los egos y la incapacidad de dialogar se perpetúan para toda la vida. Cuántas familias conocemos así! Verdad?
Un filme que nos da la apariencia de drama judicial, cuando el drama en realidad es otro. Si el juez Palmer es o no culpable del delito termina siendo secundario. El mensaje es claro. Los problemas hay que hablarlos, no taparlos.
Una película que como broche final nos deja esta gran y enigmática escena que puede dar pie a interpretaciones. Os dejo con ella...
Excelente visión y análisis de la película.
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